viernes, 9 de septiembre de 2011



Una mañana más con un ligero desparche profético.


El 1 de enero del año 2013 va a ser el día más vacio del planeta. Lo será porque ese día estaremos seguros de que se agotaron todas las fechas que vaticinaban el fin del mundo. Ese día no habrá más posibles fines del mundo cantados durante décadas. Los Mayas eran nuestra última opción. Ya nadie podrá decir que los cálculos fueron mal hechos y que realmente no era en el 2012 sino en el 2020. No, el mundo, tal y como lo conocemos debería terminar en el 2012 o a lo menos debería haber un cambio radical de la conciencia mundial que marcaría el principio de una nueva era.

Pero cuando eso no suceda, cuando nos levantemos el primer día del 2013 y salgamos a caminar a la calle en una mañana soleada, deberemos aceptar que no va a haber final, que tenemos que seguir viviendo sin un pronóstico de fin de los tiempos. Es como si una maldición nos condenara a vivir eternamente. He ahí el gran sentido de las condenas de la mitología griega, que eran eternas: Atlas fue condenado a cargar el mundo eternamente; Sísifo debía subir una gran piedra hasta la cima de una montaña, dejarla rodar y luego volverla a subir, y así por toda la eternidad. El solo hecho de pensar la infinitud del tiempo es estresante. La certeza de un final, por ideal que parezca ha permitido que la humanidad reflexione sobre la existencia y sus enredadas relaciones con uno, varios o todos los dioses, que al fin y al cabo se mantienen vivos por la promesa de que el mundo como lo conocemos acabará algún día.

Me despierto todos los días, sé que tengo que hacer una serie de cosas y cumplir con ciertos compromisos, pero también sé que al final del día tendré la oportunidad de dormir, estoy seguro de que el día terminará y de que “mañana será otro día". Pero si un día me dijeran que no puedo volver a dormir, que tengo que estar despierto todo el tiempo y por toda la eternidad, me enloquecería, necesito recargar, cerrar los ojos y soñar, no puedo vivir sin mi mundo surreal nocturno.

El 2012, más que una amenaza, se convirtió en una promesa de que este mundo injusto, violento y de ambición descontrolada tendrá un final, de que habrá un mañana mejor o que de alguna manera todo acabará de una buena vez. Cuando termine el próximo año y miles de millones se hayan alistado para lo peor o lo mejor: Muchos se reunirán en familias enteras a contarse anécdotas o a rezar durante días; otros se suicidarán en masa; también habrán los que entreguen todos sus bienes a un pastor (como ya ha sucedido), algunos se encerrarán y llorarán, otros se emborracharan y fornicarán hasta el último segundo, y así. Lo cierto es que la humanidad entera va a estar en esos días dándole vueltas a la insondable cuestión del final. Hasta el más incrédulo al respecto va a sacudirse la cabeza diciendo para si: “pero que estoy pensando, es una gran mentira”.

Y cuando empiece el nuevo año, cuando amanezca y todo sea tan normal, cuando estemos seguros de que nada ha cambiado: de que toca ir a trabajar a las 7:30, de que hay que pagar las deudas, de que estamos en guerra, de que el mundo sigue siendo injusto, la gente se muere de hambre, pocos tienen todo y muchos nada, de que cada vez esas cosas importan menos que la lucha individual por tener lo propio y de surgir, de asumir un sistema macabro y vivir de él; de que la conciencia por la existencia del otro, la compasión y la piedad tuvieron su oportunidad y nada lograron, y lo peor, de que el único final profético (fechado) posible pasó en frente de nuestras narices y siguió de largo… qué pasará entonces?. Nada, pero cada vez creeremos menos en los finales y deberemos asumir la eternidad de nuestra condición. Evolucionaremos, pero de manera aburrida y lenta. 

El día que no se acabe el mundo sí habrá un gran cambio de conciencia y es que asumiremos que el mundo sigue y perderemos la esperanza en un final. Qué va a hacer la humanidad sin un final cantado. La biblia lo prometió pero no dijo cuando, y sin fechas resulta aburrido pensar en el final de los tiempos. Por eso me gustan más los mayas, o al menos sus intérpretes, que tuvieron el valor de fechar el asunto del  vencimiento del planeta humano, o al menos de este lote.

Pero miren cómo son las cosas: es cierto, todas las culturas han tratado de vaticinar el final de los tiempos, religiosa o científicamente. Hagamos a un lado los profetas bíblicos, y concentrémonos en la ciencia. Los mayas eran astrónomos increíbles, era natural, tenían mucho tiempo para entender el universo; lo mismo pasa con otras culturas de antaño. Si predijeron un final y estaban seguros de ello, basados en sus alcances de interpretación celeste, estaban en todo su derecho. De otro lado, los astrónomos y científicos modernos auguran también que el mundo se va a acabar, dicen que científicamente está comprobado que el sol crecerá, porque así debe ser y que en unos millones de años la tierra se tostará. Ellos están seguros de eso y nosotros les creemos porque son juiciosos e inteligentes. Dentro de unos millones de años se rumorará que los homo sapiens sapiens predijeron el final de los tiempos y los “homo cuanticus 4D” dirán: “en qué  estaban pensando, a quién putas se le ocurre que el sol va a crecer”.

Amanecerá y veremos… (si amanece)

miércoles, 22 de junio de 2011

Colección de Guías Prácticas para Fracasar en el Intento

Guía #1

Guía Práctica para Fracasar metódicamente en el intento de arreglar un lente de fotografía.

(tiempo total: 20 pasos en 14 horas)

Usted Necesita:

-Un lente Zoom de Nikon 18-70 de 500 dólares con un jueguito en el zoom, un ligero traqueo.

-Un destornillador milimétrico de estrella.

-Una habitación oscura con alfombra

-Un escritorio desordenado

-Un trapito cualquiera

-Superbonder

Antes de comenzar con el siguiente manual de instrucciones asegúrese de estar absolutamente convencido de sus capacidades de arreglar cualquier cosa que se arruine por compleja que parezca.

Pasos:

1. El primer paso es tomar el lente con ambas manos en posición de bate de beisbol. usando su fuerza bruta haga girar el anillo del zoom hasta que se trabe más de lo que estaba. Cuando sienta que el zoom NO mueve hacía delante ni hacía atrás este paso está completo.

2. Lleve el lente al escritorio ubicado en la habitación oscura y con alfombra; obsérvelo bien, ya que va a ser la última vez que lo vea completamente armado.

3. Tome el destornillador milimétrico y de la manera más testaruda posible recuerde que toda la vida le han dicho que nunca le meta mano a un lente de fotografía. Luego de esos instantes de memoria subversiva, suelte uno a uno los tornillos que están en la base trasera del lente. OJO: No vaya a quitar primero los tornillos que están antes de la base, los que tienen apariencia de ser los primeros que se deben quitar, esto es fundamental para el paso siguiente.

4. Retirados los tornillos de la base sienta cómo puede moverla, cuando crea que quitó los tornillos adecuados porque puede remover la base retírela fuertemente hasta que sienta que un cable se soltó bruscamente y se quedó con la base en la mano.

5. Respire, revise dónde iba ese cable que se soltó bruscamente. Cuando encuentre el milimétrico puerto donde va ese cablecito y se de cuenta de que quedó flojo luego del tironazo, vuelva a respirar.

6. Recuerde que tiene superBonder, intente pegar de nuevo el puerto milimétrico al circuito. Cuando se sienta tranquilo y crea que lo solucionó, que era sólo cuestión de pegante, trate de introducir de nuevo en el puertico el cable que se soltó.

7. En este punto usted debe estar sospechando que algo hizo mal; que ese cable no debe ser tan difícil de meter en ese puerto milimétrico, también debe estar imaginándose a 1000 chinos en la fábrica de lentes tratando de introducir el cablecito en el puertico milimétrico. Cuando esté absolutamente seguro de que algo hizo mal dé marcha atrás y vuelva a colocar todo en su lugar, inlcuyendo el cablecito.

8. Arme de nuevo el lente, coloque cada pequeño tornillo de la base en su sitio. No olvide dejar caer un tornillito en la alfombra. Búsquelo por un rato y cuando definitivamente no lo encuentre respire y piense que un tornillito de menos en qué puede afectar el correcto funcionamiento del lente.

9. Cuando esté colocando el último tornillo sorpréndase al darse cuenta de que debía retirar primero los tornillitos de más afuera, los que parecían tener que quitarse primero.

10. Coloque el lente en la cámara y antes de prenderla use su fe y crea que la cámara va a reconocer el lente y que todo va a salir bien.

11. Cuando la cámara esté encendida y usted se de cuenta de que no reconoció el lente, asuma que dañó el puertico milimétrico.

12. Vuela a quitar la base, esta vez retire primero los tornillitos que parecían tener que quitarse antes. Con la base retirada de la manera correcta piense para sus entrañas que sí se le hacía raro que los chinos fueran tan brutos como para tener que meter ese cablecito de manera tan dispendiosa.

13. Meta el cablecito de nuevo, aplique más superbonder, vuelva a armar el lente y colóquelo en la cámara para ver si funciona. Repita ese paso unas 8 veces hasta que esté absolutamente seguro de que no le va a funcionar nunca y que daño el puertico milimétrico.

14. Cuando sean las 11:30 de la noche, deje el lente encima del escritorio y vaya a dormir. Acuéstese pensando que tal vez la noche le haga bien al lente y amanezca funcionando de nuevo. Duerma intranquilo, dé vueltas en la cama y a las 3 de la mañana recuerde muy bien que el lente cuesta 500 dólares y que la cámara es su principal fuente de trabajo.

15. Como a las 6:20 de la mañana levantese estire las manos y reconsidere dos veces si va a seguir metiéndole mano al lente o lo va a dejar así. Cuando decida a toda consta volver a desbaratarlo continúe con el siguiente paso.

16. Ya que es un experto en retirar la base, hágalo rápidamente porque en este punto usted ya debe estar decidido a desbaratar el lente en su totalidad.

17. Ya no le interesa cuál es el orden en que va cada cosa. Solo retire tornillos, los que más pueda. Hecho esto, debería poder retirar todas las partes de las que está compuesto el lente. Son en total 17 piezas diferentes encajadas una a la otra de manera milimétrica. En este punto usted debería estar pensando que ese aparato es una obra de arte, y que esos chinos son unos putas*.

18. Con el lente desarmado decida dejar al menos funcionando el Zoom, que es al fin de cuentas lo que se había dañado primero. Logra encajar las piezas mecánicas y usted cree que al menos salvó el zoom del lente. Hecho esto se dispone a encajar de nuevo las 17 piezas que componen tal obra de arte.

19. Antes de hacerlo usted nota que ha colocado sus huellas en cada uno de los 6 lentes interiores que componen el lente. Toma un trapito y los limpia. Cuando se de cuenta de que rayó el lente encargado del foco, el más delicado, porque el trapito tenía una ligera partícula enredada, respire.

20. Con el lente rayado, el puertico milimétrico dañado y un tornillito perdido usted se dispone a encajar las 17 piezas que componen el lente. Luego de dos horas intentando juntar cada cosa y algunos accidentes usted debe dejar así. En ese momento usted debe pensar que las últimas 14 horas de su vida no debieron existir. Que todo hubiera sido diferente si hubiera quitado primero los tornillitos que parecían tener que retirarse primero, que si hubiera usado el trapito adecuado no hubiera rayado el lente y que definitivamente los chinos son unos putas*.


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* La expresión "unos putas" significa en algunas regiones de Colombia que alguien es extraordinariamente genial, que es muy bueno en lo que hace. Téngase en cuenta que sólo aplica al género masculino.

Ej: es adecuado decir: Jaime y pedro son unos putas jugando futbol.

Ej2: es inadecuado decir: Rosita en una puta bailando (a menos que así sea).